Diana Rosa Pérez Castellanos (Centro de Estudios Filosófico-Culturales)

¿Conocen el concepto de “sincronicidad” de Carl Jung? Yo prefiero llamarlo “serendipia” porque la palabra me suena mágica. Últimamente estoy muy cercana a Jung, me ha enseñado mucho de mí, de Dios y del universo… acaso los tres somos lo mismo? Con él aprendí el Tarot; con él descubrí que no somos únicos, como siempre nos habían hecho creer, que solo reproducimos arquetipos antiquísimos que viven y vivirán en la memoria del universo. Porque nosotros los seres humanos no somos entes independientes, somos como neuronas en el cerebro del Gran Arquitecto… somos su carne y su sangre… somos todo lo que existe, ha existido y existirá en la tierra y en el universo hasta donde es imposible conocer.

Resulta que llevo varios días viviendo una serendipia. Primero compré un mazo de tarot muy bonito: Tarot de las Correspondencias Mágicas, se llama. Como su nombre lo indica es un mazo que se basa en la ley mágica de las correspondencias o magia simpática, o sea, que lo semejante produce lo semejante, idea esta que también está presente en la Cábala y en la interpretación del árbol de la vida. El mazo es todo un universo simbólico complejo que viene de tiempos antiquísimos. Por supuesto cuando lo tuve en mis manos entendí muy poco (como es una copia no viene con guía de instrucciones; el original es extremadamente caro y solo se hizo una edición, por lo que creo que está agotado y es casi imposible conseguirlo). Investigando en Internet leí que el autor se basó para hacerlo en el libro “777”, de Aleister Crowley. No me siento identificada con Aleister Crowley ni me gusta su energía, pero lo cortés no quita lo valiente, y “777” es la tabla de correspondencias mágicas más completa que existe (eso leí porque yo no conocía el libro). ¡Primera serendipia! Llevaba varios días viendo el número 777 en diferentes circunstancias: un documento importante, dos tiradas seguidas de tarot, una parada de bus… Como muchos saben el número 7 tiene connotaciones mágicas, el 777, 3 veces más: ¡es la santísima Trinidad del esoterismo! El 777 representa el camino hacia el conocimiento superior, el triunfo de la mente sobre el cuerpo y la unión de estos con el espíritu.

¡Segunda serendipia! Buscando y leyendo sobre el 777 me entero de que el próximo 7 del mes 7 del año 7 (2+0+2+3), el viernes de la próxima semana, será un día “portal”, o sea, un día con una energía potente reforzada por la 7ma luna llena del año del día 3 de julio. Un día especial para pedir y cumplir deseos… ¡así que, cuidado con lo que pides! 

¡Tercera serendipia! Ayer tuve un sueño vívido. Estaba en un apartamento en lo alto de un edificio. Era de noche y estaba muy oscuro, tanto fuera como dentro del apartamento. El tiempo anunciaba una tormenta, había mucho viento, se oían truenos espaciados y de vez en cuando un relámpago brillaba en la oscuridad. Yo abría un ventanal enorme de cristales negros porque quería ver la tormenta. Frente a mi ventana, en otro edificio paralelo al que yo estaba, veía una estatua enorme de una mujer. Era blanca como el mármol, tenía el pelo recogido a la usanza griega y una túnica larga con un cinturón por debajo del busto. Estaba sobre un pedestal redondo y pequeño que de lejos me pareció una flor de loto. Yo me asusté un poco (yo le tengo miedo a las estatuas; es un trauma de infancia que se me creó por culpa de la Estatua de la Libertad. De niña me llevaron a verla y yo no quería mirar para arriba, no quería mirarla; me contentaba con mirar el pedestal. Pero me obligaron; y verdad que era tonto ir y no mirar a la estatua… así que la miré… y me traumaticé). Sigamos con mi sueño. El susto pasó rápido porque se veía tan bonita la estatua, parecía una diosa blanca de mármol. No sé si eran los relámpagos, o si la misma estatua proyectaba luz, pero ella estaba iluminada sobre el fondo negro de la noche. Yo salía por la ventana e iba hacia ella. Había mucho aire y olor a lluvia y algunas gotas de agua comenzaban a caer. Cuando llegaba a su lado ya no tenía miedo (cosa rara porque siempre que veo o sueño con estatuas siento un poco de miedo). Lo primero que noto es que el pedestal no era una flor de loto como había imaginado. Le quiero dar la vuelta para cerciorarme que no es una flor de loto y veo que la estatua es de una mujer triple. En ese momento me viene a la mente una estatuilla de la trimurti hindú que había visto hace poco, quizás fue porque me quedé con la imagen de la flor de loto que me pareció ver desde lejos. Pero enseguida comprendí que no era una diosa hindú, los dioses hindúes son muy coloridos y ellas eran blancas. Además, el pedestal no era una flor de loto. Yo estaba extasiada mirándolas porque eran tan bellas, entonces una de ellas me mira y se inclina hacia mí, me ofrece su mano y me dice: ven, no temas, soy yo, la Triple Diosa. ¡Aquel momento fue como una revelación! ¡La Triple Diosa se me estaba manifestando! Y desperté.

Durante una etapa importante de mi vida tuve como libro de cabecera, “La diosa blanca”, de Robert Graves. Leí exacerbada todo sobre Hécate, la Triple Diosa, la diosa de los caminos y las encrucijadas, de la noche oscura, la bruja, la maga, la dueña del número mágico 777. Pero tenía más presente la representación de la Triple Diosa con el símbolo de las tres lunas, que como diosa triple. Fue por esto que no la reconocí desde el primer momento. También La Estatua de la Libertad es la representación de Hécate, con su tocado de 7 rayos y la antorcha para alumbrar el camino en la noche oscura. Quizás, Hécate vino hacia mí anoche para sanar ese trauma que me dejó en la infancia. Quizás, para decirme que estaba en el camino correcto, que no tuviese miedo porque ella me iba a guiar a través de la noche oscura del alma: 777… el número mágico de la Triple Diosa… el viaje espiritual hacia la sabiduría superior.

Así que, si desaparezco el día 7 del mes 7 del año 7, no se preocupen por mí… estaré con Hécate, andando y desandando los caminos y encrucijadas del cielo, la tierra y el inframundo. Y cuando mi alma amanezca, regresaré.