Andrés Ramírez (Universidad de Antioquia)

Resumen

Este texto presenta la transición del concepto de aceleración que va de la física moderna a la metafísica crítica vigente. Para ello, interpreta la segunda ley de Newton en clave sociológica y esboza el panorama histórico de la sociedad contemporánea y su destino en perspectiva filosófica, tomando como eje central de análisis la cibernética en la interpretación francesa reciente. Se dan aquí algunas pistas sobre las problemáticas que trae la velocidad fatal de la experiencia vital humana en cuanto más se incrementa la aceleración tecnológica y telecomunicativa. 

Palabras clave: Aceleración, cibernética, realidad, destino, metafísica crítica

Abstract

This text presents the transition of the concept of acceleration that goes from modern physics to current critical metaphysics. To do this, it interprets Newton’s second law in a sociological key and outlines the historical panorama of contemporary society and its destiny from a philosophical perspective, taking cybernetics in recent French interpretation as the central axis of analysis. Some clues are given here about the problems brought about by the fatal speed of the human life experience as technological and telecommunication acceleration increases.

Keywords: Acceleration, cybernetics, reality, destiny, critical metaphysics

Debemos comenzar despacio, lentamente formular la pregunta por el origen del apremiante movimiento social contemporáneo que abarca y controla todo denominado cibernética… De dónde esta veloz matriz integradora, esta red tecnológica expansiva que progresivamente datifica y codifica el mundo en bits… Paso a paso, intentemos inquirir críticamente por este modus vivendi impuesto cuyo único y precipitado futuro parece ser la aniquilación.

Esta reflexión asume la era digital como efecto de la aceleración impulsada por la fuerza del progreso histórico industrial. En otros términos, se entiende que la aceleración cibernética presupone los procesos de subjetivación modernos establecidos con el selfmade a nivel individual; dicha ruta configuradora del ser humano tiene psico-algorítmicamente el objetivo de ejecutar el propio avatar en todas sus determinaciones. Es por ello que el tiempo vital se convierte en tiempo en línea, en trasmisión y en reproducción viral en el vértigo de la simulación. Pero ¿acelerar a fin de qué? ¿al ataúd…? 

De todas maneras, en lo que se refiere a su definición, el vocablo aceleración aparece en el diccionario de la RAE en directa alusión a la terminología propia de la física moderna, y aunque poco aporta, nos sitúa en cuanto al contexto del tema. Derivada del latín acceleratio, en su primera acepción alude a la acción y efecto de acelerar, es decir, a dar celeridad o aumentar la velocidad, a darse prisa, precipitarse, incluso, a ponerse nervioso; por otra parte, su segunda definición nos remite a los principios de la física moderna en donde, a partir de la segunda ley de Newton, se concreta el concepto como la magnitud que expresa la variación de velocidad en la unidad de tiempo. 

En efecto, la formula newtoniana enuncia de forma axiomática la segunda ley del movimiento así: F = m.a, allí fuerza es igual a masa por aceleración; lo que significa que la aceleración equivale a la relación que existe entre la fuerza aplicada y las masas, en donde: a = F/m. Originalmente plasmada así: 

Mutationem motus proportionalem esse vi motrici impressæ, & fieri secundum lineam rectam qua vis illa imprimitur.”

Rada lo tradujo así: 

“El cambio de movimiento es directamente proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime”

Claramente, esto todavía no tiene que ver con las consideraciones sociológicas sobre la aceleración cibernética de pensadores posteriores; pero al desentrañar el profundo sentido de esta ley, más allá de la física, se notará que no es una mera fórmula matemática. La aceleración, físicamente es progresiva, acumulativa e incremencial; como principio sociológico moderno permite la concepción del confort burgués a la par de un desarrollo competitivo continuo y progresivo de la sociedad y de la existencia. La aparición del motor, la mecánica, la electricidad y todo el proyecto de circulación y movilidad aeronáutico del ser humano tienen su origen allí. Todo esto no solo impulsó el mundo, a la vez modificó el modo de vinculación entre los humanos y las relaciones productivas con la naturaleza. 

Bien lo descubre el comité invisible del Tiqqun 2, en La hipótesis cibernética

“Con la elaboración y el desarrollo de la cibernética, el ideal de las ciencias experimentales, ya en el origen de la economía política vía la física newtoniana, vuelve a echar una mano al capitalismo.” 

La velocidad se convierte en prioridad precisamente porque el lado oculto de la acumulación es la aceleración, se trata de producir al máximo en el menor tiempo posible y con esfuerzo teledirigido; de este modo el capitalismo cibernético está potenciado por la ansiedad y la paranoia, su chispa no es el deseo sino la veleidad y el pánico.

Tomándolo con calma, hoy la aceleración puede ser entendida sociológicamente e implica la comprensión de la velocidad fatal que alcanza la sociedad contemporánea en su dinámica cibernética de simulación y la dirección histórica que asume con el impulso industrial; en síntesis, no es posible desligar la aceleración como concepto de la variable experiencia humana del tiempo y su destino, y por tanto, su definición supera de facto la concepción físico-matemática newtoniana. 

Sin embargo, la alusión a lo metafísico ahora parece un desatino frente a la exactitud de las ciencias experimentales y el desarrollo tecnológico, incluso genera revuelo en los entornos cotidianos donde una ignorancia generalizada banaliza cualquier eventual experiencia trascendente-inmanente o sacra de la vida. La cotidianidad ha sido arruinada y se ha convertido en una fugaz rutina corrosiva, el tiempo vital y su sentido nos es arrebatado sin más, y en la premura de los dias, resulta cada vez más difícil agenciarse soberanamente.   

La repulsión a la facticidad de la metafísica poco ha cambiado desde los tiempos de Hegel y vemos que la interacción humana se reduce a una soberbia negación de las condiciones de posibilidad mismas de nuestro devenir. No obstante, ella –la metafísica- se plantea también hoy de forma crítica como vértigo irrefutable del candor vital y, silenciosamente, asume todas sus modalidades posibles e impensadas. Tal como anota el comité invisible en ¿Qué es metafísica crítica?: “La Metafísica Crítica se entrega a cualquiera que tenga el coraje de vivir con los ojos abiertos, lo que al final sólo exige una obstinación particular que normalmente se hace pasar por demencia.” 

Empero, si se intenta pensar el asunto de la aceleración en la sociedad actual habrá que arriesgarse a pasar por loco o lelo, y dar el salto que va de la física moderna a las profundas consideraciones que puede generar una metafísica crítica contemporánea. Pese a su aparentemente patética evanescencia, lo metafísico es todavía lo más concreto y aprehensible en cuanto nos es dado como presencia invisible y singularidad. Solo basta prestar atención al cuerpo y al pensamiento un instante para notar algo más que biológico, y entonces, todo es obvio: se es en el simple estar de lo que hay, cotidianamente. Se puede aducir provisoriamente que la metafísica critica “no es, en su conjunto, otra cosa que la experiencia en cuanto experiencia y sólo es posible a partir de una fenomenología de la vida cotidiana.” 

De esta forma, la metafísica se ha transferido e instalado en todo; y aunque élites acaudaladas y conservadoras empobrecedoras de la fe han intentado confiscarla para sí, ha sido en vano. La exigencia crítica se encarna en el anhelo más íntimo de cada uno y allí se salvaguarda como esencia de lo humano. Nos debe quedar claro a partir de este momento que la metafísica no es más una mera distracción retórica de la clase burguesa de siglos pasados; no se trata ya de Kant o de Concilios, sino de la condición de posibilidad que la humanidad puede fraguar con su carne, su corazón y su cerebro.

Como dice en este segmento del Tiqqun 1: “La metafísica crítica yace en todas las tripas”; y es que más allá de las discusiones conceptuales innecesarias, las vidas anónimas marcan con sus actos y su sangre la necesidad histórica de redimensionar la experiencia vital y real del ser humano para dirigirnos hacia otro rumbo. Para ello se realiza un sacrificio decisivo ante las fuerzas maléficas y desproporcionales disfrazadas de autoridad en las instituciones. Lejos de argumentos eruditos, truculentos y fraudulentos que maleando el saber en ejercicio del poder hacen que el desierto crezca cada vez más, se comprende que “la Metafísica Crítica es la experiencia que desmiente fundamentalmente la inepta «modernidad», y se regocija cada día un poco más, con los ojos abiertos al exceso del desastre.” 

La simbiosis hombre maquina puede terminar por abolir la especulación fenomenológica de la vida cotidiana en una virtualización y homogenización inmediata y automática del ser; pero aun si no fuera así, esto requiere mucho más que una “ética de la responsabilidad” como la propuesta por Hans Jonas, que si bien pretende perfilar un horizonte ético para la era tecnológica, parece por momentos falible… La aceleración fatal que desata la digitalización y todos los avances técnicos traen claramente también confort y variado tipo de novedades, no obstante, el ser humano promedio es condenado a la desventurada precipitación de sí mismo sin ningún horizonte, pues todo está planificado en un grotesco show prediseñado y poco sensato. El cinema sci-fi o las narraciones de Isaac Asimov, Douglas Adams o Philip K. Dick ofrecen un variopinto panorama de paradojas y disparates humanos, cada vez más cercanos científicamente y menos ficción. 

En efecto, hay un paso inmisericorde para lo vivo en la publicidad, el entretenimiento y el espectáculo que entraña la extensión cibernética; se usan los medios para dominar y satisfacer la variabilidad del capricho humano en el despropósito social, dinámica a fin de cuentas mercantil que “sea cual fuere su renuencia a ello, en este punto, tuvo que imponer un repentino accelerando al proceso de socialización de la sociedad, y tomar en sus manos todo aquello de lo que hasta entonces había negado la existencia, todo aquello que había dejado con desdén a la «actividad improductiva», a la «fantasía privada», al arte y a la «metafísica»”. 

Para intentar aproximarnos a la gravedad de la situación actual que parece ambientada en ciberpunk o el anime post-apocalíptico debemos ir un poco más lento; primero hay que entender que la sociedad contemporánea responde a las exigencias de la digitalización absoluta, en donde todo debe estar a la mano, a un click y formar parte de una compleja base de datos programada en codigo; la inmediatez y la estadística son ley. La vida va muy rápido en la simulación a través de las pantallas, se proyecta en vivo la experiencia sensible dejándola de lado, y se banaliza el deseo humano interior al desligar la interacción ritual y simbólica que implica cada acontecimiento vital o cada encuentro. Con ello se cierran las posibilidades que puede llegar a abrir la experiencia de lo Totalmente Otro, que solo es dable en la superación de la subjetividad y en una ética de la generosidad bondadosa tal como exhorta poéticamente Karol Woltyla en su Peregrinación (1965): “¡Lugar de encuentro, deja de ser un desierto y vuélvete un oasis!” 

El sistema cibernético de nuestro tiempo tiene la capacidad de reducir todo a una transacción cifrada en código y en referente pecuniario de interés; entonces el desierto crece al sostener las magras tendencias del capitalismo tardío. Lo cibernético debe  ser entendido como el despliegue de plataformas para la ejecución descarada de un hedonismo de supermercado obsceno y decadente. Solo en un modelo social así es viable el devenir webcam, la introyección y la validación de la Jovencita, el efecto Bloom, la precarización laboral, la bioseguridad, el terrorismo estatal psicológico, el criptomercado y el bigdata, la nulidad ontológica y la indeterminación sexual, la guerra en curso, el gaming, el coaching, el trading, el ambientalismo y el activismo ingenuo, la profilaxis espiritual, la inteligencia artificial (IA), en fin, la simulación absoluta. 

Podríamos atribuir la mayoría de estos fenómenos saturados de la contemporaneidad a Mammón, dios egotista de la avaricia; y percibiríamos que su gobierno es cruento en un mundo forzado por la mezquindad frívola de las máquinas y los estereotipos idealizados de perfección humana. A su paso, Mammón únicamente crea falacias y deja desconsuelos, pues su régimen es inhumano; la vida entera es transformada en un trabajo inmaterial permanente, lo que sería semejante a la «Movilización Total» pensada por Jünger. 

El tiempo total de vida es monetizado y la voluntad servil y empobrecida se entrega al menesteroso sobreviviencialismo urbano, escenario vulgar del morbo y la indignidad. Este espectáculo retratado adecuadamente por Debord, está cargado de trascendencias de oropel y se funda en la comercialización de la miseria. El espectáculo de la sociedad cibernética equivale al peor nihilismo, es dar la espalda a la humanidad que mientras tanto se derrumba a pedazos, así: “El principio según el cual «todo vale» ciertamente ha sido desde el inicio la mórbida antífona del nihilismo, antes de que se convirtiera en el himno mundial de la economía.”

Pero detengámonos un poco. Después de todo, el hecho de que el ser humano sea concebido en términos sistemáticos como usuario, esto es, como mera interfaz biológica técnica o interactiva; nos remite necesariamente a tratar el problema de la aceleración y la velocidad digital en cuanto nociones sociológicas derivadas de la dinámica industrial y la virtualización. El individuo no es más que un impulso en el sistema operativo total; la circulación aleatoria y a raudales de la información y los recursos bloquean la sensibilidad humana y automatizan mecanismos pasivos incapaces de depurar o procesar, solo pueden trasmitir. Emerge así el influencer y el efecto viral de contenido, incluido todo tipo de error o fakenews pues cibernéticamente la verdad se relativiza en el sofisma de la democratización del conocimiento. 

Con esto se intuirá que la distribución de la riqueza y la divulgación del conocimiento juegan un rol clave en el desarrollo de las condiciones y posibilidades vitales humanas; pero también depende en alto grado de los modos de apropiación espiritual efectiva de las experiencias para la transfiguración benévola de la vida; es ahí también en donde se evidencia que el uso práctico de la metafísica tiene necesariamente que ser crítico. 

Al respecto, tenemos el poco ponderado manifiesto de Theodore Kaczynski, cuyo ideario no es del todo bien retratado por la miniserie “Manhunt: Unabomber” (Netflix, 2017) pues recrea su historia a partir de la lingüística forense y la investigación del agente del FBI James R. Fitzgerald, quien arrestó al anarquista tras seguir pistas que fue delatando la propia familia del intelectual. Tal vez ahora más que nunca Kaczynski tiene vigencia académica y vale la pena recordar La sociedad industrial y su futuro, de controversial difusión en septiembre de 1995 a nombre anónimo de Freedom Club. Ya desde el primer fragmento el crítico metafísico realizaba el pleno vaticinio de los desmanes y sufrimientos de la sociedad tecnoindustrial:

“1. La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Ha aumentado enormemente la expectativa de vida de aquellos de nosotros que vivimos en países «avanzados», pero ha desestabilizado la sociedad, ha hecho la vida imposible, ha sometido a los seres humanos a indignidades, ha conducido a extender el sufrimiento psicológico (en el tercer mundo también el sufrimiento físico) y ha infligido un daño severo en el mundo natural. El continuo desarrollo de la tecnología empeorará la situación. Ciertamente someterá a los seres humanos a grandes indignidades e infligirá gran daño en el mundo natural, probablemente conducirá a un gran colapso social y al sufrimiento psicológico, y puede que conduzca al incremento del sufrimiento físico incluso en países «avanzados»” 

La verdad enunciada por Kaczynski dista del blanqueamiento que se evidencia de la institución policiaca en la serie de la productora audiovisual, con plena seguridad el impacto real del pensamiento contra industrialista no se limita a ser el de un psicópata asocial y es mucho más significativo. Ciertamente, todo apunta a que hay una complicidad entre la cibernética y los agentes de control, el origen militar del internet lo prueba. 

En Engrenages, ficción policial (2021), uno de los últimos ensayos de Julien Coupat se muestra como Engrenages (Canal+, 2005-2020) una de las series de televisión más vistas en la historia de Francia, establece en sus ocho temporadas un nexo entre el aparataje de gobierno y los medios de comunicación para facilitar la aprobación social de los procedimientos y operativos de inteligencia policial y militar no plenamente éticos contra migrantes. En síntesis, la cibernética se plantea como el ideal de no heterogeneidad y control, por tanto se instala como supresión de la diferencia en una asimilación y homogenización brutal.   

La mansedumbre salvaje de las sociedades de los tiempos medievales y primitivos queda rebasada en la descomunal experiencia de lo contemporáneo irretenible: los trenes, la aviación, las máquinas y su aprendizaje evolutivo; pero finalmente, la virtualidad y las telecomunicaciones que han entrelazado una especie de autopista total por donde circulará la IA en su plenitud. Asistimos a una consumación del proceso de civilización en la medida en que acontece la perfecta codificación y decodificación tanto genética como ontológica. 

Es innegable que la modernización social ha traído mejores condiciones y posibilidades vitales para algunos humanos y sus caprichos, pero sin duda son más los desastres y reveces los que trae la continua expansión y dominación tecnológica cuyas consecuencias son evidentes en la minimización de toda forma de vida. La hipótesis cibernética y la sistemática de datos como tecnologías gubernamentales manifiestan la esterilidad homogénea de nuestro propio anhelo, solo corresponden a nuestro desenfreno y ambición. Pueden decretar en cualquier momento un estado de emergencia y un vasto espectro infinito de vitrinas online para determinar y condicionar las preferencias del consumidor, ellos lo saben y te clasifican algorítmicamente. 

Para finalizar podemos añadir en la misma línea foucaultiana que ratificaron los italianos Agamben, Negri o Lazzarato, que estas sociedades en principio panópticas y represivas, se transforman progresivamente en sociedades de control mucho más laxas en apariencia pero donde todo está mediatizado, interconectado, acelerado y exhibido en lo que bien puede denominarse como capitalismo cibernético, tal como lo advierten en La hipótesis cibernética los colaboradores del partido imaginario. 

Las rearticulaciones del poder y la implementación acelerada de nuevas tecnologías de gobierno son evidentes ahora más que nunca; el dominium mundi como batalla campal apenas comienza y, ateniéndonos a este presente, resulta urgente otro sentir y otro vivir tanto más lento como intenso, quizá una suerte de slow life en cuyo horizonte el ser humano armonice su soberanía con el ilimitado deslizamiento del mundo y su tiempo. 

Acaso solo sea reconocer en nosotros el olvido del ser e intentar hacer frente al nihilismo más obtuso mediante una contestación azarosa que nos incumbe a todos y a cada uno. Se trata ahora de detenerse, de parar, de bloquear… de la dinámica y del tiempo de la revuelta como lo han planteado Éric Hazan o Donatella Di Cesare en sus libros; no queda más opción al parecer que politizar la metafísica en forma de acción directa como señal de “la próxima insurrección del Espíritu”, quizá algún día algo sea reivindicado. 

NOTAS

 Diccionario de la Real Academia Española, s.v. “Aceleración”.

2 Robert Lehrman, Physics the easy way (New York: Barron’s Educational Series, 1998): 27.

3 “Philosophiae naturalis principia mathematica”, The Latin Library, http://www.thelatinlibrary.com/newton.leges.html

4 Isaac Newton, Principios matemáticos de la filosofía natural (Madrid: Alianza Editorial, 1998): 199. 

5 Tiqqun 2, “La hipótesis cibernética”, TIQQUNIM (blog), 2013, https://tiqqunim.blogspot.com/2013/01/cibernetica.html.

6 Tiqqun 1, “¿Qué es la metafísica crítica?”, TIQQUNIM (blog), 2015, https://tiqqunim.blogspot.com/2015/05/metafisica.html

7 Tiqqun 1, “¿Qué es la metafísica crítica?”.

8 Tiqqun 1 “¿Qué es la metafísica crítica?”.

9 Véase nota 6.

10 Hans Jonas, El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica (Barcelona: Editorial Herder, 1995). 

11 Véase nota 6.

12 Karol Woltyla, Pensamientos de Luz (Bogotá: Editorial Norma, 2003), 53.

13 Ernst Jünger, Sobre el dolor seguido de La movilización total y Fuego y movimiento (Barcelona: Tusquets Editores, 1995), 87 – 124.

14 Guy Debord, La sociedad del espectáculo (Valencia: Pre-textos Editorial, 2005).

5 Véase nota 6.

6 Theodore Kaczynski, La sociedad industrial y su futuro (Valladolid: Ediciones Isumatag, 2011): 6.

7 Julien Coupat, “Engrenages, ficción policial”, Ficción de la Razón, 22 de Julio de 2021, https://ficciondelarazon.org/2021/07/22/julien-coupat-engrenages-ficcion-policial/

8 Tiqqun 2, “La hipótesis cibernética”.

9 Éric Hazan, La dynamique de la révolte: Sur des insurrections passées et d’autres à venir (Paris: La fabrique éditions, 2015).

20 Donatella Di Cesare, Il tempo della rivolta (Roma: Bollati boringhieri, 2020).

21 Véase nota 6.

Bibliografía

Coupat, Julien. “Engrenages, ficción policíal,” Ficción de la Razón, 22 de Julio de 2021. https://ficciondelarazon.org/2021/07/22/julien-coupat-engrenages-ficcion-policial/ 

Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Valencia: Pre-textos Editorial, 2005.

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