Víctor Alejandro Ruíz Ramírez

Doctor en Literatura Hispánica por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Director, investigador y profesor de la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Primero Sueño, la obra magna de Sor Juana Inés de la Cruz, ofrece en su lectura una experiencia del silencio fincada en la temporalidad nocturna. Con la sombra piramidal enunciada en los primeros versos se construye una imagen de la oscuridad acompañada del silencio. Conforme avanza la noche, los ruidos y sonidos van mermando:

y en la quietud contenta

de imperio silencioso,

sumisas sólo voces consentía

de las nocturnas aves,

tan obscuras, tan graves,

que aún el silencio no se interrumpía [1].

Las voces sumisas de las aves nocturnas pertenecen a las formas sonoras que se hacen en silencio. En este ámbito se encuentran el susurro, el murmullo y el rumor que se escuchan quedos y, si se los consiente, es porque no interrumpen la conciliación del sueño que el silencio procura.

Con el avance de la sombra nos adentramos en la noche en cuya profundidad se encuentra “el silencio intimando a los vivientes” [2]. Incluso el viento sopla temeroso con el afán de evitar alguna interrupción:

con el susurro hacer temiendo leve,

aunque poco, sacrílego ruido,

violador del silencio sosegado [3].

La noche llega a su punto culminante si el sueño se concilia y el orbe permanece en silencio:

El sueño, todo, en fin, lo poseía;

todo, en fin, el silencio lo ocupaba [4].

El propósito del silencio nocturno se encuentra en la conciliación del sueño y la condición de posibilidad del sueño nocturno radica en el conticinio:

El conticinio casi ya pasando

iba, y la sombra dimidiaba (…) [5]

La sombra piramidal llega al punto en el que ha llevado a cabo la mitad de su recorrido, justo cuando el conticinio, como el momento del silencio más profundo durante la noche, ha logrado que se establezca el sueño nocturno.

Primero Sueño se erige como “máquina del lenguaje” gracias a que su lectura propicia el estado poético del conticinio, allende una mera descripción del silencio porque “(…) el arte de la poesía no consiste en describir didácticamente cosas o en exponer ideas, sino en el crear una máquina de lenguaje que (…) pone al lector en cierto estado poético.” [6]. Mediante los versos citados, Primero Sueño hace imaginar el silencio más profundo de la noche y, en su entramado conceptuoso, construye la experiencia del silencio como el fondo de negatividad donde emergen el sonido y el ruido. Sobre todo, permite comprender que la percepción auditiva requiere lo inaudible, así como la audición lo no oído. Lo inaudible se distingue del no poder oír, tal como ocurre en la sordera, porque es aquello que no se puede oír, pero que hace oír, como es el caso del silencio. Sin embargo, el silencio del conticinio inhibe la emergencia de las formas sonoras, un deber callar, no ya para que no surjan otras sonoridades, sino para que emerja la experiencia onírica.

En conclusión, lo inaudible que está implicado en lo auditivo, y del cual el silencio es la forma, durante el conticinio permite la realización del sueño nocturno. De esta manera Primero Sueño ofrece en su lectura la imagen del conticinio como el pasaje de la vigilia al sueño y con ello estable la dialéctica entre percepción e imaginación.


NOTAS

[1] Sor Juana Inés De la Cruz. El Sueño. México: UNAM, 2014, (vv. 19-24)

[2] Sor Juana Inés, El Sueño, (v. 73).

[3] Sor Juana Inés, (v. 83-85).

[4] Sor Juana Inés, (vv. 147 y 148).

[5] Sor Juana Inés, (vv. 151 y 152).

[6] Maurice Merleau-Ponty, Sen et non-sens (Paris: Les Éditions Nagel, 1966)102-103.


REFERENCIAS

De la Cruz, Sor Juana Inés. El Sueño. México: UNAM, 2014.

Merleau-Ponty, Maurice. Sen et non-sens. Paris: Les Éditions Nagel, 1966.